Muchas de las cosas que hacemos por ir a verte ROJO son INEXPLICABLES, INENTENDIBLES, APASIONADAS.
El ritual de volver a verte está llegando, es sábado y muero por estar presente en un nuevo duelo. Esta vez frente a la lepra.
Son las 6.30 AM del sábado y me despierto ansioso, mal dormido sin un motivo especial pero mal dormido al fin. Un nuevo viaje me espera, junto a muchos amigos, esos que te sienten sin medir pasiones. Solo te sienten.
El día está gris y oscuro de lluvia. Es solo un condimento mas, no me frena, nada me frena…
Emprendo viaje hacia el punto de partida que esta vez será la sede, nuestra sede de Av. Mitre. Estoy a solo unas cuadras y se dejan ver unos micros que serán los encargados de transportar tanta pasión contenida desde hace una semana.
Yo saludo amigos y a quienes no lo son, pero el solo saber que compartirán horas de esta hermosa locura me los hace sentir como si lo fueran. Subimos y nuevas historias nos esperan.
¡Empiezan los canticos!, uno a uno se van sumando los ocasionales compañeros de ruta. Somos como guerreros que se van preparando para desembarcar en esa tribuna de Rosario donde diremos presente y trataremos de transmitir energía para quienes hoy van a vestir la remera roja.
Anécdotas, risas, canticos y más canticos. En el micro hay un hincha del rojo ecuatoriano (el mismo que pone la bandera del rojo en la cancha de la Liga de Quito cada vez que juega de local. Esa bandera en Ecuador está gracias a él a quien se lo festeja, se lo llena de preguntas, pero el asombrado en realidad es él.
Se declara fanático del rojo y no lo dudo pero el asombro por viajar con nosotros es increíble, se siente parte de esta fiesta y está bien porque hoy lo es.
El primer problema llega: se rompió un micro pero ¡los hinchas del rojo no se dejan tirados! asique dimos la vuelta y los subimos, ¡ahora sí que vamos hasta las manos! pero solo se ven risas, sin explicación.
Los choferes no quieren seguir, paramos y esperamos a que venga otro micro para remplazar al roto. Estamos dos horas en la ruta y nada nos importa. Llegan más micros pero todos están llenos. A pesar de esto, se quedan haciendo el aguante. La ruta es nuestra sin duda. Autos y autos pasan tocando bocinas y mostrando banderas. Esteban, el ecuatoriano, no entiende nada. La meta es una sola: ¡llegar a verte rojo!
Llega el micro tan deseado y nos vamos; ahora somos 7 micros y muchísimos autos. La ruta cortada es solo una anécdota porque sigue la fiesta dentro de los micros.
Peaje, operativo policial, todo parece estar tranquilo pero venimos retrasados. Nada nos importa, sigue la fiesta hasta que la maldita policía decide acompañarnos hasta el estadio.
Ese estadio es demasiado chico para tanta locura contenida, pienso. Sin embargo, el pensamiento no me dura tanto porque cuando me doy cuenta, nos vuelven a revisar. Estamos entrando y el sonido más hermoso que puede escuchar mis oídos se produce ¡GOL DEL ROJO!
A mi lado se escucha ¿quién lo hizo?, otra persona dice: ¡me vine hasta Rosario y no pude verlo! ¿Qué me importa? Lo importante es que es rojo gane, dice otro. ¡Y tiene razón!
Empieza la locura, pierdo al ecuatoriano, subimos a la tribuna y ahora somos PARTE DEL ESPECTACULO.
Los locales mudos, la locura llena muestras gargantas, saltamos al ritmo frenético de bombos que tengo a mi lado y los siento como si fueran la melodía más hermosa; nunca escuchada.
Todos gritan -¡pero todos!-, esa popular se funde. Somos muchos pero a la vez uno, ¡solo somos el rojo!
Llega el entretiempo y solo se escuchan nuestras canciones. Nosotros gritamos, saltamos reímos mientras que enfrente no entienden nada. Solo escuchan y se rinden ante tanta pasión.
Rueda de nuevo la pelota, falta poco para que termine el partido y la gente está a la altura de lo que el Rojo necesita: aliento y más aliento cae de esa popular pero de repente nos empatan.
¿Quién mierda nos hizo el gol?, dice un hombre de unos 50 años. Me doy vuelta y le digo: ¡eso es lo de menos estos come gatos nos empataron!
Eso no era todo. Íbamos a tener un último susto. faltando un minuto, nos rompieron el travesaño. Gracias a Dios no fue gol. Termina el partido y nos sentimos tranquilos por haber estado junto a vos Rojo querido.
El viaje de vuelta a casa comienza y, al mismo tiempo, comienzan los comentarios de un futuro partido de copa. El amor es así, no tiene explicación ni lógica. De lo único que estoy seguro es de que donde juegues te voy a alentar.
ROJO YA TE EXTRAÑO, NOS VEMOS EL JUEVES, ¡POR FAVOR NO ME FALLES!
Que falta de cultura, por dios!!!!
Goias es su rival – no enemigo!!!
Ustedes son enfermos de odio…
Viajar es un placer… me encanta viajar… y si le agregas un “ir a la cancha”… con amigos, con tu novia, solo, como sea, siempre la vas a pasar bien, al menos yo siempre la paso bien.
Podes ir fumando, escabiando, re loco o “careta”, tomando mates, comiendo frutigram… comerte un chori de Gato, semillitas jaja, nada te quita lo lindo de 3,4, 15 horas de viaje discutiendo con amigos sobre el rojo, tratando de sacar un tema nuevo, recordando viajes anteriores, personajes que conoces en cada viaje… lugares, gracias al rojo conocí lugares a los que jamas hubiese ido.
Parrafo aparte para Esteban que llegó borracho a la sede, el sabado bien temprano con pocas horas de sueño… la cara de felicidad que tenia cuando lo vi en la cancha, entranado con al banda, gritando el gol, gol que creo que poco le importó, desde que lo conosco que me decia que “quiero ir a ver al rojo a Rosario” y el loco lo cumplió.
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LOCO FELICITO AL PIBE QUE ESCRIBIO ESTO ME SIENTO IDENTIFICADO, EL SACRIFICIO POR VERTE ROJO NO IMPORTA SOLO TE PIDO NO LE FALLES A TU HINCHADA