(Columna de Opinión de Guillermo Pisapia)
Por más que el rendimiento futbolístico no haya sido el deseado, la clasificación de Independiente a los octavos de final de la Copa Sudamericana genera un poco de tranquilidad, no solo para el futuro de Daniel Garnero, sino también para un plantel que busca y necesita reencontrarse más seguido con la senda del triunfo, algo que no conoce todavía en el torneo Apertura, pero que el próximo obligado, ante Quilmes, estará obligado a conseguir los tres puntos en el Libertadores de América.
El gol de Leandro Gracián, que significó el empate en La Paternal y el pasaporte a la siguiente fase, no tapará lo mal que jugó el equipo, especialmente en el primer tiempo, cuando fue superado ampliamente. Una vez más, Adrián Gabbarini volvió a “salvar las papas”, con sus destacadas atajadas, convirtiéndose así en la principal figura. Y también hay que resaltar el empuje y las ganas de Andrés Silvera, quien siempre va a todas y pelea cada pelota como si fuera la última. Ahora bien, ¿por qué no se pudo mantener el nivel mostrado en Rosario, en el partido ante Newell´s? Muchos recordaron ayer el partido ante Vélez, por la primera fecha del campeonato, cuando el equipo dejó reflejada una pobrísima imagen futbolística, pero esta vez, la alegría de haber logrado la clasificación a la próxima fase, intentó tapar un poco lo flojito que viene jugando el “Rojo”. Por eso la irregularidad será una de las tareas a trabajar por Garnero, para que su equipo no pase más, en lo posible, este tipo de sobresaltos.