Este jueves 28 de noviembre de 2013 se cumple un nuevo aniversario de una hazaña histórica que llena de orgullo a Independiente. Hace exactamente 40 años, el Rojo se consagraba campeón del mundo por primera vez tras derrotar 1-0 a Juventus en un partido lleno de adversidades. Ricardo Bochini hizo historia con un golazo que enmudeció al estadio Olímpico de Roma y que le permitió al equipo de Roberto Ferreiro quedarse con la Copa Intercontinental.
De un lado, Independiente, el campeón de la Copa Libertadores. Del otro, la poderosa Juventus, equipo subcampeón de la Copa de Campeones de Europa. Por aquel entonces, la Intercontinental se jugaba en un partido de ida y otro de vuelta. Si bien el Ajax había ganado el torneo del Viejo Continente, no quiso viajar para jugar en Avellaneda y le dejó su lugar al conjunto de Turín. El acuerdo oficial para jugar este encuentro implicó una clara desventaja para el Rojo: la final debía disputarse en Italia en un partido único.
Independiente se preparaba para afrontar uno de los compromisos más difíciles de su historia. El escenario, el estadio Olímpico de Roma, tuvo un público compuesto en su totalidad por hinchas de Juventus. Sólo representaban al Rojo los jugadores y el cuerpo técnico, despedidos en Ezeiza por unos pocos familiares que esperaban el milagro. Frente a toda esa adversidad, el partido se puso en marcha un 28 de noviembre de 1973.
Juventus dominó buena parte del encuentro y llegó con peligro más de una vez al arco de Miguel Ángel Santoro, quien se lució con varias atajadas memorables. Sin embargo, a los 2 minutos del segundo tiempo, el árbitro Alfred Delcourt cobró un penal inexistente a favor de Juventus por una supuesta falta de Rubén Galván. Antonello Cuccureddu se hizo cargo de la ejecución y… tiró la pelota por encima del travesaño. Justicia divina.
Corrían los minutos y la final ganaba más y más tensión, hasta que a los 35 minutos llegó la mejor jugada del partido, la acción que consagró a Independiente en un panorama más que adverso. Bochini jugó con Bertoni, Daniel devolvió para el “10” y lo dejó cara a cara con Dino Zoff, quien llevaba casi mil minutos sin recibir goles. El Bocha, de apenas 19 años, empaló la pelota con la derecha y definió por encima del arquero. Golazo, delirio y festejo eterno.
El equipo de “Pipo” Ferreiro era campeón del mundo por primera vez en su historia y rompía con todo tipo de estadísticas negativas. Atrás quedaban las dos finales perdidas ante el Inter en los ’60 y la otra ante el Ajax en 1972. El estadio Olímpico de Roma, totalmente enmudecido ante el festejo de unos hombres vestidos de rojo que lograron una hazaña increíble, que quedó registrada en las páginas doradas del Club Atlético Independiente.