La derrota ante Aldosivi no fue casualidad. Es un arrastre de varios partidos consecutivos en los cuales el equipo carece de ideas claras, funcionamientos colectivos y, lo más importante, situaciones de gol.
Desde el partido contra River en el Monumental, donde Independiente jugó un gran primer tiempo plantándose en campo rival, girando el balón y asfixiando al rival cada vez que tenía la pelota, el rendimiento general fue decayendo abruptamente. No hay justificación válida que valga el porqué sacó 5 puntos de los últimos 18 posibles, más allá del propio rendimiento de los protagonistas.
Luego de la paridad en Núñez, el conjunto de Julio Falcioni pudo ganar solo una vez (1-0 ante Huracán como visitante), empató dos (3-3 ante Vélez y 1-1 ante Gimnasia La Plata) y perdió tres (0-1 ante Lanús, 1-4 ante Godoy Cruz y 1-0 ante Aldosivi). Dos de las caídas fueron en Avellaneda y, en ese lapso, solamente sacó el 28% de los puntos.
Además de los pésimos resultados obtenidos, otra marca a tener en cuenta es la alta cantidad de goles que le metieron al Rojo en los últimos 6 cotejos, cuando antes esa marca era la más destacable del equipo: le convirtieron 10 tantos, mientras que en las primeras 10 fechas le anotaron 5 goles. La mitad con el doble de partidos. Claramente es un factor preocupante porque la defensa había arrancado como una de las más sólidas del torneo.
El equipo se desmoronó. No encuentra el rumbo, tampoco tiene variantes para superar y levantarse de las adversidades cuando el momento lo requiere. No presenta regularidad y con este formato de torneo, a la larga se padece.