El primer tiempo estuvo signado por dos fallos clarísimos que, tanto Pablo Echavarría como el cuerpo arbitral que estaba en el VAR, favorecieron a Atlético Tucumán y perjudicaron a Independiente.
El penal es una cosa de locos. A los 17 minutos, Patricio Ostachuk quiere cruzar a Brian Guille, pero el contacto no es lo suficientemente claro para derribarlo de la manera que cae el jugador del Decano. Inicialmente el juez no cobra nada y el VAR, integrado por Jorge Baliño y Andrés Merlos, lo llama para que la vaya a revisar.
Echavarría no supo mantenerse y “vio” un punto de contacto que fue merecedor de tan aparatosa caída. Nadie lo entendió, ni siquiera los propios jugadores del equipo local que tampoco se le fueron al humo al juez cuando la jugada había terminado. Marcelo Estigarribia cambió el regalo por gol y así se pusieron en ventaja los tucumanos.
Pero no todo quedó ahí porque minutos más tarde, Nicolás Romero, que ya estaba amonestado, debió ser expulsado por doble amarilla. El defensor del Decano fue a disputar una pelota con su pierna elevada frente a la cabeza de Baltasar Barcia, poniendo en riesgo el físico del uruguayo. Echavarría no cobró ni falta, el línea tampoco lo asistió y ambos fueron cómplices de otro error.
Claro, para esta última acción el VAR no podía intervenir porque era una jugada sancionable con tarjeta amarilla, no era roja. Lo cierto es que Independiente fue escandalosamente perjudicado por la falta de criterio de Echavarría, Merlos y Baliño.
