El debut de Independiente en el Apertura 2011 llegó con un traspié bajo el brazo. Quizás merecido, o quizás no; depende del lugar desde el cual se lo interprete. Lo cierto, concreto e importante, es que los dirigidos por Mohamed perdieron en el final del partido y se volvieron con las manos vacías de la cancha de Lanús. Hay puntos fundamentales en los que todavía está trabajando el Turco, pero al parecer, todavía no logra materializarlos.
Una derrota nunca cae bien, y menos en un partido como el de ayer, donde Independiente tomó la iniciativa para quedarse con los tres puntos pero se desordenó en el intento. La cuota pendiente de Mohamed sigue siendo la idea de juego de Independiente: si bien esta vez administró bien los cambios pese a carecer de jugadores claves, queda la sensación de que el equipo no encuentra un pensamiento “universal” para salir a encarar los partidos, y por lo tanto, no se suele ver un orden táctico establecido. Se pudo haber ganado, pero faltó convicción y prolijidad para poder lograrlo.
En ataque, el equipo extrañó muchísimo el desequilibrio del Pato, la carta ofensiva de Independiente, y la presencia de Parra, quien siempre se las ingenia para generar situaciones de gol. Esta vez, el colombiano Marco Pérez inquietó con su voluntad y oportunismo; quizás también con la gran calidad de su único tiro al arco, pero no alcanzó. Defederico, quien siempre intentó pero nunca pudo, y Núñez, que no encontró el espacio para rematar, fueron las otras armas para llegar al arco de Marchesín, algo bastante complicado en la tarde del Sur.
El mediocampo soportó hasta donde pudo, con un Pellerano que sintió el desgaste de la Recopa, un Iván Pérez algo desorientado y un Fredes que nuevamente no se sintió cómodo como volante por derecha. Asimismo, este sector no falló en líneas generales y supo tapar el avance de Lanús, que con el correr del tiempo crecía más y más. La línea de cuatro en defensa mostró solidez y seguridad, con la buena sociedad de la dupla central y la cobertura de espacios en los laterales. Lamentablemente, el buen rendimiento no se pudo sostener hasta el final, ya que de haber interceptado la maniobra de Regueiro o advertido la presencia de Pavone (cuándo no…) el partido hubiese muerto en empate.
Sin dudas, habrá que mejorar para el próximo partido y encontrar ese orden que tanto hace falta para ganar los partidos. Hay un buen plantel para lograr cosas importantes, con jugadores ya conocidos que integran la base en todos los esquemas ensayados y otros que recién llegan y que pueden aportar un buen potencial si se ponen a punto. Recién comienza la travesía en el mundo local, que exige un andar prolijo que reste dolores de cabeza para el futuro.