No sabe, no contesta (Columna de Opinión)

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No sabe, no contesta (Columna de Opinión de Denis Fabricatore)

Pasan las fechas y el equipo sigue sin dar una respuesta anímica y futbolística. Ya quedó atrás la derrota en la Suruga Bank y también es historia el traspié en la final de la Recopa Sudamericana, pero todavía Independiente sigue sin poder reaccionar. Una nueva frustración, esta vez con Boca, marcó el final de un ciclo y el comienzo de algo incierto.

No hay mucho para decir de los once enfrentaron al equipo de Falcioni: Marco Pérez desperdició un regalo increíble de Agustín Orión y falló en la definición, y en el segundo tiempo casi se da el milagro en el final, cuando una desconcentración en el fondo xeneize pudo haber terminado en el empate. Eso es todo. No se vio más nada de Independiente en todo el partido, y los tiempos se acortan cada vez más en uno de los peores semestres de la historia del club.

Todos los golpes que recibió el equipo en el último tiempo, todavía parecen estar lejos de hacer reaccionar a un plantel que no toma dimensión de la situación, que no levanta cabeza y que no puede asimilar el mensaje de un cuerpo técnico que tampoco encuentra el rumbo para intentar revertir el flojo presente. Cabe preguntarse si verdaderamente hay material para salir adelante: es posible, pero mientras las armas disponibles no se sepan usar, poco se puede hacer.

Una muestra clara de la falta de identidad es el partido que los dirigidos por Mohamed jugaron ante Boca. Más allá del planteo tan particular de todos los equipos de Julio César Falcioni, lo cierto es que Independiente hizo agua en toda la cancha y no supo conducirse hacia la victoria. La falta de un objetivo táctico, más conocido como “saber a qué se juega”, hizo que el Xeneize complique al Rojo en más de una ocasión sin hacer mucho, contando con jugadores replegados en todo el campo y parados de contragolpe, quienes sin embargo estuvieron atentos y aprovecharon errores claves en defensa, especialmente de Gabriel Milito y Eduardo Tuzzio.

Dentro de los pocos nombres que saben cómo y cuándo responder en las situaciones difíciles, no se le puede pedir mucho al pobre Assmann, que de no haber sido por su presencia, el partido hubiese terminado en goleada. Lo mismo para Julián Velázquez, quien en el intento de defender el honor de Independiente, lo pagó con un terrible golpe. El Turco, por su parte, tuvo su última oportunidad de reivindicarse en el cargo, pero no encontró la forma de sacarle rédito a su planteo y terminó de agotar la paciencia de los hinchas.

Así las cosas, una nueva derrota se sumó a los números de Independiente. El final de un ciclo está en la puerta, con un futuro totalmente incierto por delante. En un mes que supuestamente iba a ser el mejor de la historia, las ilusiones quedaron en la nada misma, en manos de un equipo que todavía no sabe responder a los golpes que le da el fútbol, y mucho menos encontrar un camino distinto para cambiar la historia. Con más dudas que certezas, y con más preguntas que respuestas, las próximas horas serán claves para el destino futbolístico del Rojo de Avellaneda.

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