Pasó River. Pasó una nueva derrota y por más que Carrizo le tapó el empate al Cuqui no hay árbol que tape el bosque. Como así tampoco hay proyecto que proyecte. Tres fechas, tres meses de pretemporada, tres pasos en falso y el tiempo que se extingue para Daniel Garnero y compañía. No es por ser detractor, ni por ganas de escribir al pedo, pero como sostuve desde un principio las cosas que comienzan mal están destinadas a terminar de la misma manera. El adiós inentendible para con el Tolo Gallego, la falta de capacidad para mantener un equipo que venía siendo protagonista y la decisión de primar a un manager por sobre el resto significó cavar muy profundo y los cimientos se removieron de tal manera que era inevitable atravesar por lo que hoy en día se atraviesa.
Un punto sobre nueve hablan a las claras de que el torneo no va a esperar a este Independiente, que no aparece desde la actitud ni desde el juego. Habría que ser demasiado optimista para pensar que se podrán ganar doce partidos como para ilusionar a alguien. Un punto sobre nueve y tendencia negativa hablan a las claras que también peligra de gran manera el ingreso a la Libertadores por clasificación, por más que el Tolo haya dejado un colchón importante. Por eso queda de manifiesto que habrá que aferrarse a la Sudamericana con ambas manos, sacarse la careta y reconocer que si se enfoca bien el Rojo puede arrimar. Además la copita hoy viene con la clasificación a la Libertadores asegurada. Ahora bien, la eliminación directa con Argentinos aparece accesible, pero dependerá de que Garnero consiga un mejor funcionamiento porque si Independiente no alcanza la próxima fase su cabeza será lo primero que rodará.
