Se durmió

Independiente tenía el Clásico de Avellaneda en el bolsillo y lo dejó escapar en el final. Fue empate 1-1 en el Libertadores de América, con dos goles sobre el cierre del partido. Leandro Fernández puso al Rojo arriba a los 40 minutos, pero Lisandro López marcó la igualdad de chilena a los 44′. Un punto con sabor a nada.

De entrada, el equipo de Mauricio Pellegrino estuvo mal parado y errático. El DT cambió a último momento y paró un 4-3-3 con tres volantes centrales (Jesús Méndez, Diego Rodríguez y Jorge Ortiz) que nunca estuvieron cómodos. Adelante, Martín Benítez casi no participó y Fernández luchó como pudo para hacerle llegar la pelota a un solitario Germán Denis.

Poco y nada para destacar del primer tiempo, donde no hubo jugadas claras de gol. Sólo dos remates del Marciano Ortiz fue todo el peligro que generó Independiente. Del lado de la Academia, la intención nunca fue jugar al fútbol, sino replegarse para evitar la derrota. Óscar Romero fue el único hombre del visitante que intentó romper la mediocridad.

En el complemento, Facundo Sava metió variantes ofensivas para dar el golpe, pero no estuvo ni cerca de inquietar al arquero Diego Rodríguez. Por su parte, Pellegrino mandó a la cancha a Diego Vera por el Tanque, ganando más movilidad, y a Claudio Aquino por Benítez, para intentar hacer circular la pelota. Sin embargo, el trámite no cambió hasta que se decidió a romper el triple cinco que nunca funcionó: cambió a Ortiz por Emiliano Rigoni y en cinco minutos le dio resultado.

El ex Belgrano encaró por derecha y habilitó de gran manera a Fernández, quien quedó mano a mano con Sebastián Saja y no perdonó. En el Libertadores de América se desató la euforia por un clásico que parecía ganado, pero sobre la hora hubo un cúmulo autodestructivo. En primer lugar, desde la platea Erico Baja cayeron bengalas y el envión anímico post gol se cortó. Más tarde, a un minuto del final, Rodrigo De Paul peleó una pelota, Romero recibió sin marca, mandó el centro al área y López, también sin marca, estampó el 1-1 de chilena ante un Ruso estático que se quedó reclamando jugada peligrosa.

Por inocente, por verde y por dormido, Independiente perdió dos puntos que tenía prácticamente asegurados. Es cierto que fue más que Racing, pero hay que tener en cuenta que el rival no hizo absolutamente nada en todo el partido. El rendimiento volvió a dejar mucho que desear y el sueño del campeonato parece una utopía cuando sólo pasaron cuatro fechas.