Independiente jugó mal otra vez, dominó pero por falta de ideas le costó vulnerar al débil Guabirá. Finalmente lo venció 1-0 como local con un gol de rebote de Silvio Romero y selló su pasaporte a los octavos de final. En el cierre, el visitante malogró un penal.
Costó muchísimo. Demasiado si se toman en cuenta los antecedentes. Un equipo que llegaba con cinco derrotas, 17 goles en contra y uno solo a favor: a Independiente. En tanto que el Rey de Copas necesitaba sumar al menos un punto para sellar su pase a la siguiente ronda.
Tanto pensó en esa unidad que pareció haberse conformado con eso. El Rojo chocó una y otra vez contra el férreo bloque defensivo que plantó el visitante y que en ningún momento optó por desarmarlo. Posesiones largas de los de Julio Falcioni que se diluían en tres cuartos por falta de claridad. Solo se destacó un remate de media distancia de Lucas Romero y dos chances más en los pies de Sebastián Palacios y el Chino.
La segunda parte siguió en la misma sintonía. Mientras Bahía y City Torque se llenaban de goles y esperaban un tanto de los bolivianos, en Avellaneda reinaba el aburrimiento. La monotonía pareció romperse con el ingreso de Andrés Roa, quien con unos chispazos hilvanó la mejor llegada tras una buena combinación con Domingo Blanco y un defectuoso disparo de Gonzalo Asís.
Hasta que la vía aérea y otro blooper salvaron a Independiente de un papelón, tal como había sucedido hace una semana contra los brasileños. El tanto de la victoria llegó de un corner de Roa, un posterior cabezazo de Asís y un choque entre el Chino y el arquero rival a falta de ocho minutos. Cinco después, Sebastián Sosa cometió un innecesario penal que Willian Álvarez no pudo cambiar por gol. Palo, afuera y pitazo final.
Sin brillar pero con contundencia desde los resultados, Independiente cumplió con su obligación y se metió entre los 16 mejores del certamen. Se sobrepuso a la ola de contagios, un bochorno en Brasil y le alcanzó con pocos pasajes de buen fútbol. Ahora el foco en la Copa de la Liga y esperar el sorteo con la tranquilidad del deber cumplido.